Bera Bera

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25 años al servicio del Bera Bera como, jugador, entrenador, directivo y secretario del club.

Cuéntanos un poco, ¿Quién es Lalo?

Tengo 58 años, soy madrileño, pero he vivido en Burgos y, los últimos 30 años, en San Sebastián. Soy un apasionado del rugby y todo lo que le rodea. Hace poco Marta y Ana, mi mujer y mi hija, me regalaron una sudadera que, entre otras cosas ponía: “Cosas que hago en mi tiempo libre: jugar al rugby, ver vídeos de rugby, buscar en internet cosas de rugby, hablar de rugby, pensar en rugby, soñar con rugby…” Eso y alguna cosa más, como pasear, leer y oír música y, como no, beber cerveza con los amigotes. Marta dice que pertenezco a la secta del rugby y tiene razón, estamos poseídos por el balón ovalado.

¿Cuánto llevas en el mundo del rugby?

Empecé a jugar con 16 años, en el Instituto Conde Diego Porcelos de Burgos, con los amigos de la cuadrilla. Al pasar a senior nos integramos en el equipo de aparejadores, dónde llegamos a jugar en Primera Nacional contra alguno de los clubes más importantes del rugby nacional: Lourdes (hoy en día VRAC), Canoe, Ciencias, El Salvador, Olímpico… Pocos años después, por desavenencias varias y fieles al espíritu cainita del rugby español, fundamos un equipo del que fui el primer presidente: Burgos Rugby Club, conocido como Ferroplas. Hace justo 30 años llegué a San Sebastián por cuestiones laborales y, en cuanto llegué, empecé a jugar con el Bera Bera, precisamente el año que conseguimos ascender a División de Honor por primera vez, con Txutxi Velasco, Txufo Bueno y Xabi Amunarriz de entrenadores y jugadores como Txusta, Mikel Azkorreta, Robert Lizarza, Ander Goikoetxea, Txema Isasa, Pablo Egaña, Javi Aranguren, Juancar Solano, Iker Korral, Gonzalo Amunarriz, Jon Garmendia, Iñaki Redondo, Txus Ruiz de Mendoza, Iñaki Latierro, Fernando Arbe… y unos juniors, que ese año quedaron campeones de España de su categoría y que venían pegando fuerte: Gorka Bueno, Óscar Sanz, Aitor Beloki, Gari Lizarza… La verdad es que era un equipazo. Luego, en años sucesivos pasó mucha gente por el equipo, pero no puedo dejar de citar a Patxi Gorosabel, llegado desde el Caserío Zabaleta de Arrasate, enorme como jugador y mucho más grande como persona.

Cuando dejé de jugar, Kote Olaizola, nos llamó un día a Ramón Galpasoro y a mí (llegué a la cita con una férula en la nariz me acababan de operar por rotura, jugando un partido, del tabique nasal) y nos pidió que entrenáramos a los chavales que había entonces: Pablo Feijoo, Gorka Areitio, Borja G. Mutiu, Yago, Ander Hernández, etc, grupo al que se incorporaron al año siguiente nombres como Xabi Etxaniz, Aimar Díaz… Compaginé mis primeros años de entrenador con el arbitraje, pité en Liga Vasca y División de Honor B, dónde tuve como “maestros” a ilustres del arbitraje nacional: Iñaki Atorrasagasti, Javier Blanco Txuri… Como veterano pertenezco y participo habitualmente en los partidos y actividades de Aparejadores de Burgos y del Opla.

Creo que son 42 años ligado al mundo del rugby.

¿Por qué elegiste el Bera Bera?
Como ya te he comentado, jugué en Aparejadores y allí conocí, sobre todo en la noche burgalesa y en los guateques que montaban en los autobuses cuando viajábamos a jugar, a algunos jugadores que pertenecían al Bera Bera pero que estudiaban y jugaban en Burgos: el añorado Kote Olaizola, Kike Larrea (Parraplas), Juanan San Sebastián y otros muchos. Era inevitable que acabara en el Bera Bera. Además de jugar y disfrutar con los amigos, me ayudó muchísimo para integrarme plenamente en la ciudad.

¿Qué labores has llevado a cabo durante estos años en el club?
He sido jugador, entrenador (de S8 hasta S18 en todas las categorías y del equipo femenino (del 2016 al 2020), directivo y estuve unos años en la secretaría de la sección de rugby, de 2004 hasta 2010.

¿Dónde estás ahora?
Desde septiembre de 2020, soy el responsable de la Escuela de Rugby del Bera Bera. La directiva del club me lo pidió y acepté encantado. Estoy muy a gusto con los chavales y todo el equipo de entrenadoras y entrenadores que hemos formado. A pesar de todas las restricciones y problemas derivados de la pandemia, creo que estamos haciendo un trabajo serio que asegura el futuro del club.

¿A cuantos niños y niñas has entrenado?
No podría decirte exactamente, en las categorías inferiores cambia el equipo completamente cada dos años. Hemos tenido años con varios equipos en la misma categoría y otros años con problemas para completar los equipos … Digamos que… un puñado de cientos, que no son "tropocientos", pero casi y así no me equivoco.

Después de tantos años, tendrás muchos recuerdos. ¿Nos podrías contar alguno?
Lo más bonito del rugby, sin ninguna duda, es jugar. Por eso, siempre recordaré mi primer año en el Bera Bera. Con los jugadorazos que tenía al lado, era muy fácil ser medio melé, dirigir a esos colosos de delanteros que dominaban a los contrarios o pasar el balón a gente como Txema Isasa o Gorka Bueno o Txus, ellos ya se encargaban… Además, había muy buen ambiente, salíamos después de los entrenamientos y después de los partidos siempre hacíamos farra.

Inolvidable, por supuesto, la conquista de la Copa del Rey. Ya no jugaba, pero estuve muy involucrado desde la secretaría y fue realmente una jornada inolvidable. Inolvidable lo que recuerdo, hay otras cosas de ese día que no recuerdo muy bien…

¿Qué proyectos de futuro tienes en el Bera Bera?
Ahora mismo, para mí, lo más importante es hacer crecer la Escuela y trabajar para tener muchas más chicas en las categorías inferiores.

¿Un sueño por cumplir en el club?
Tener campo de entrenamiento y juego propio. Con su sociedad y club social, desde donde los veteranos del club podamos ver, con una pinta en la mano, a las chicas y los chicos jugando y divirtiéndose con el rugby.

¿Cuál ha sido el mayor reto al que te has enfrentado?
Sin dudar un momento, la construcción del equipo femenino. No por las chicas, por supuesto. Sino porque tenía un montón de reticencias y prejuicios, pensaba que el club me “castigaba”. Pero después de estos fantásticos cuatro años entrenando y conviviendo con las chicas, he aprendido muchas cosas y me he dado cuenta de que estaba equivocado. Así que sólo puedo dar las gracias al club por darme la oportunidad y a las chicas por ayudarme a mejorar como entrenador y como persona. Además, este proyecto lo empezamos desde cero, sólo con balones y un cachito de campo. No hubiera sido posible sin el trabajo, desde la sombra, oscuro, pero imprescindible de Ángel Aizpitarte y Ainhoa Pérez, verdaderos impulsores del equipo.

¿Y la mayor satisfacción?
Creo que la respuesta está clara con lo que he dicho en la anterior pregunta. Ver como en cinco años, partiendo de la nada, hemos llegado a jugar la fase de ascenso a División de Honor B con el equipo de neskak. Además, siempre es grato encontrarte con las chicas y los chicos que has entrenado, hablar de lo vivido juntos y de todo lo que hemos compartido.

¿Qué agradeces y reclamas al rugby?
Al rugby le agradezco todo, lo bueno y lo malo (lesiones, disgustos, problemas…). Porque mucho de lo que soy es por el rugby. El incontable número de gente que he conocido o los viajes a Mundiales, las series mundiales de Rugby Seven, el Seis Naciones, los festivales Golden Oldies y partidos de veteranos… estaría horas y horas hablando de ello.

Si tuvieses que recomendar a alguien nuestro club, ¿por qué lo harías?
Somos un club humilde, con pocos recursos económicos. Pero nuestro principal activo es el grupo de entrenadores y dirigentes que forman el club y, por supuesto, las jugadoras y los jugadores. Y nos une nuestra pasión por el rugby. Nosotros compartimos nuestra pasión por un deporte que nos ha dado momentos increíbles, que nos ha enseñado a convivir, a ganar, a perder, a divertirnos con los que son muy amigos y con los que son menos amigos… Recomendaría jugar al rugby en el Bera Bera porque, además de ser el principal club donostiarra, garantiza una formación deportiva y humana basadas en los valores que tiene nuestro deporte.

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