Bera Bera

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El pasado domingo las lobeznas nos enfrentábamos al primer encuentro en casa, pisando el miniestadio Kote Olaizola por primera vez en mucho tiempo. El campo parecía otro, la hierba verde y bien enmoquetada, ya le gustaría al palacio de Miramar tener ese prado tan inmeso y fresco. Estuvimos a punto de saltar descalzas al campo, pero las melés serían demasiado duras como para sostenerlas solo con las uñas. Zarpas tenemos, pero tanto tanto...

Las alavesas vinieron con ganas a meternos caña a las gipuzcoanas, pero nosotras sacamos la bestia que llevamos dentro y no fue un partido fácil para ninguna de las dos partes, tal vez lo fue para el árbitro. Comenzamos el partido en el campo del oponente, muy cerquita de la línea de ensayo, objetivo que se nos escaba de la punta de las manos. Las gasteiztarras tenían un muro infranqueable en la defensa, que franquearía Maite al final, adelantándonos en el marcador 5-0. Las chicas del Gaztedi nos devolvería un ensayo con transformación, y de ahí en adelante no podríamos volver a alcanzarles, aunque el partido siguió al pil-pil hasta el último minuto.

La primera parte fue para estirarse de los pelos, y alguna trajo la metáfora a la realidad, aferrándose una cabeza que ya no tiene trencitas. Tarjeta amarilla, y la vitoriana se fue a la calle para 10 minutos, donde empezando por el golpe de castigo las lobeznas conseguimos ensayar, de mano de Naiara. En la salida de ese golpe  el entrenador también se habría tirado de los pelos, si pudiera...

Cada equipo llegó al descanso con dos ensayos a sus espaldas, sin transformaciones por parte de las donostiarras. Durante el segundo tiempo el juego siguió al rojo vivo, hasta que las alavesas marcaron un tercer ensayo aprovechando los puntos débiles de las gipuzcoanas. Llegaría su cuarto ensayo también, cuando las del Bera Bera veíamos demasiado cerca nuestro tercer ensayo: nos pilló por sorpresa los 100 metros lisos de la vitoriana, que se podría decir que se inspiró en las pistas de atletismo para llevarlo a cabo. Maite, Enara y Maren no se dieron por vencidas, y casi la alcanzaron antes de llegar a meta, pero no pudieron con ella.

Ya llegando al final del partido, Adriana se aventuró en el campo del oponente como un elefante en una cacharrería, camino a la H. La detuvieron en un bonito pero confuso maul bajo palos, y con su cara de susto y frustración, sin saber muy bien qué estaba pasando, consiguió enseñarle el balón a Leire, y esta de alguna manera lo pudo sacar de ahí. Esta última, que había divisado a una recién levantada Clara en el horizonte, sin que sepamos aún cómo consiguió pasarle el balón antes de caer al suelo, y tampoco sabemos cómo Clara consiguió alzar el ovalado y traspasar la línea de ensayo.

El árbitro dió por finalizado el encuentro con un 15-26 de resultado final. Y nosotras, felices, nos fuimos a comer macarrones.

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