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Y el que quiera que se vaya a la RAE a ver las diferencias. Un niño hace deporte por muchas razones, pero la primera que tiene que decidir es si quiere divertirse o quiere disfrutar.

Divertirte es una acción en si misma. Juegas al baloncesto, montas en bici o te vas a la piscina con tus amigos y te diviertes. Eso, niños, papas, entrenadores es divertirse.

Pero cuando estás en un equipo de competición y escribo desde un equipo inserto en un club como Estudiantes, la diversión no es tal. Es imposible divertirte con las palizas de entrenamiento a las que casi todos los equipos de categorías inferiores o superiores, sea la edad que sea, son sometidos. Entonces, se disfruta y si no se hace, mal vamos.

Se disfruta con el sudor, con el sufrimiento, se disfruta cuanto metes una canasta a uno que no eras capaz de meterle ni una chancadilla, se disfruta cuando te roban el balón en un partido una y otra vez e intentas trabajar para que no vuelva a suceder. Esto es disfrutar y eso es lo que un niño, un padre y un entrenador, deben saber para que tanto padres como entrenadores, lo transmitan.

Los valores, esa eterna cantinela, no son propios del deporte, son propios de los entrenadores, padres y niños que practican el deporte correspondiente. Resiliencia, capacidad de sufrimiento, autoentrenamiento, alegría, optimismo, responsabilidad propia y ajena, etc. Todo esto es necesario para poder entender el disfrute frente la diversión y si esto no se entiende, replantéate la relación con el deporte.

Cuando un jugador entrena divirtiéndose no es capaz de mejorar, porque no está educando a su central de inteligencia. Un jugador tiene que entrenar como si estuviera jugando un partido, porque veo muchos jugadores que se divierten en los entrenamientos, pero que no se divierten en los partidos. O solo se divierten cuando ganan de 30 o cierran el marcador o les salen las cosas bien.

Ojo, esto también va para el entrenador y para los papas. Cuando tu equipo no hace lo que tu quieres, tienes dos posibilidades:

  1. Entender porque sucede y dejar que el niño retome él solo el camino, cayéndose, levantándose y volviéndose a caer. Obligándole a que siga intentando y haciendo. Y poner mediante metodología de trabajo solución a su crecimiento deportivo y personal.
  2. Entendiendo o no entendiendo porque sucede, decirle lo que tiene que hacer y resolverle los problemas. Esto es como cuando los padres hacen los deberes con sus hijos, vamos un error.

 

Entonces viene el discurso: “Si mi hijo no se divierte, no quiero que siga”. Error. El problema es que ese niño no ha sido educado para disfrutar fallando, disfrutar sufriendo, disfrutar metiendo una canasta, sabiendo que no vale nada si meten otra canasta a mi equipo, disfrutar arriesgando y poniéndose al límite, física y mentalmente, etc. Si el único fin que tenemos con nuestros hijos es que se diviertan, no les estamos inculcando los valores que el deporte puede inculcar, estamos haciendo un trabajo a medias y bajo mi particular punto de vista, equivocado.

 
Artículo escrito por José Luís Alderete, entrenador de cantera del Club Estudiantes:

 

Laguntzaileak / Colaboradores

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